22 de noviembre de 2024

TRES POEMAS DE ÁNGELA FIGUERA AYMERICH: SÓLO ANTE EL HOMBRE - ETCÉTERA - HOMBE NACIENTE





SOLO ANTE EL HOMBRE

Sí, yo me inclinaría
ante el definitivo contorno de los lirios.

Sí, yo me extasiaría
con el trino del pájaro.

Sí, yo dilataría
mis ojos sobre el mar y la montaña.

Sí, yo suspendería
el soplo de mi pecho ante un arcángel.

Sí, yo me inclinaría
ante la faz de Dios, tocando el polvo,
si con su mano convocara el trueno.

Pero sólo ante el hombre, hijo del hombre,
reo de origen, ciego, maniatado,
los pies clavados y la espalda herida,
sucio de llanto y de sudor, impuro,
comiéndose, gastándose, pecando
setenta veces siete cada día,
sólo ante el hombre me comprendo y mido
mi altura por su altura y reconozco
su sangre por mis venas y le entrego
mi vaso de esperanza, y le bendigo,
y junto a él me pongo y le acompaño.


***


ETCÉTERA

El padre trabajaba en la mina.
La madre trabajaba por las casas.
El chico andaba por la calle
aprendiendo buena conducta.

Al filo de la noche los tres juntos
alrededor del jarro y de la sopa.
El padre en su legítimo derecho,
tomaba para sí la mejor parte.
La madre daba al chico de lo suyo.
El chico lo sorbía y terminaba
pidiendo chocolate o mandarinas.
El padre le pegaba cuatro gritos
(siempre bebía al fin más de la cuenta)
y luego echaba pestes del gobierno
y luego se acostaba con las botas.
El chico se dormía sobre el codo.
La madre lo acostaba a pescozones
y luego abría el grifo y renegaba,
qué vida, Dios, fregando los cacharros,
y luego echaba pestes del marido
y luego le lavaba la camisa
y luego se acostaba como es justo.

Muy de mañana al día siguiente
el padre bajaba a los pozos,
la madre subía a las casas,
el chico salía a la calle.
Etcétera, etcétera, etcétera.

(No sé por qué empecé a contarlo.
Es una historia fastidiosa
y todos saben cómo acaba.)


***


HOMBRE NACIENTE
Pido la paz y la palabra
(Blas de Otero)

Prepárame una cuna de madera inocente
y pon bandera blanca sobre su cabecera.

Voy a nacer. Y, desde ti, mi madre,
pido la paz y pido la palabra.

Pido una tierra sin metralla, enjuta
de llanto y sangre, limpia de cenizas,
libre de escombros. Saneada tierra
para sembrar a pulso la simiente
que tengo entre mis dedos apretada.

Pido la paz y la palabra. Pido
un aire sosegado, un cielo dulce,
un mar alegre, un mapa sin fronteras, 
una argamasa de sudor caliente
sobre las cicatrices y fisuras.

Pido la paz y pido a mis hermanos
los hijos de mujer por todo el mundo
que escuchen esta voz y se apresuren.
Que se levanten al rayar el día
y vayan al más próximo arroyuelo.
Laven allí sus manos y su boca,
se quiten los gusanos de las uñas,
saquen su corazón que le dé el aire,
expurguen sus cabellos de serpientes
y apaguen la codicia de sus ojos.

Después, que vengan a nacer conmigo.
Haremos entre todos cuenta nueva.
Quiero vivir. Lo exijo por derecho.
Pido la paz y entrego la esperanza.



BELLEZA CRUEL 
EDICIONES TORREMOZAS

11 de octubre de 2024

3 POEMAS - GLORIA FUERTES : - AL BORDE - ORACIÓN - A VECES QUEDO SOLA





AL BORDE

 Soy alta;
en la guerra
llegué a pesar cuarenta kilos.


He estado al borde de la tuberculosis,
al borde de la cárcel,
al borde de la amistad,
al borde del arte,
al borde del suicidio,
al borde de la misericordia,
al borde de la envidia,
al borde de la fama,
al borde del amor,
al borde de la playa,
y, poco a poco, me fue dando sueño,
y aquí estoy durmiendo al borde,
al borde de despertar.



ORACIÓN

Que estás en la tierra, Padre nuestro,
que te siento en la púa del pino,
en el torso azul del obrero,
en la niña que borda curvada
la espalda, mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el surco,
en el huerto,
en la mina,
en el puerto,
en el cine,
en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
donde tienes tu gloria y tu infierno
y tu limbo; que estás en los cafés
donde los pudientes beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en un banco del Prado leyendo.
eres ese Viejo que da migas de pan a los pájaros 
del paseo.

Padre nuestro que estás en la tierra,
en la cigarra, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.
Padre que habitas en cualquier sitio,
Dios que penetras en cualquier hueco,
Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos
los que luego hemos de ver,
donde sea, o ahí en el cielo.



A VECES QUEDO SOLA

El porqué estoy vendada diré luego.
Tenía poca luz dentro del tipo,
—Pensaba en machacar ciertos cerebros—,
vi una rosa de pronto, una rosa,
y una oruga a su lado,
y un niño abajo jugando al peón.
Había llovido,
el aire estaba limpio y daba gusto,
la vecina de abajo recibía a sus hombres,
un viejo llevaba nietos en las manos.
Otra nube llovía,
una muchacha de servir cantaba.

Entonces vi la luz en todo esto,
Dios estaba en el aire y en la lluvia.
¡No hay derecho, —grité—, a estar triste!

El porqué estoy vendada diré ahora:
con el puñal regalado de una amiga,
un pequeño pinchazo en este muslo
por ver si Dios me entraba por el cuerpo,






 Antología y poemas del suburbio; 
Todo Asusta
Ediciones Torremozas


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