17 de enero de 2012

Poemas de Arthur Rimbaud






VAGABUNDOS



¡Lastimoso hermano! ¡Cuántas atroces veladas le debí! "No me entregaba con fervor a esta empresa. Me habría burlado de su debilidad. Por mi culpa regresaríamos al destierro, en esclavitud." Él me suponía una mala sombra y una inocencia muy extrañas, y añadía razones inquietantes.

Yo respondía con burlas a ese satánico doctor, y acababa saltando por la ventana. Creaba, más allá de la campiña atravesada por bandas de música rara, los fantasmas del futuro lujo nocturno.

Después de esa distracción vagamente higiénica, me tendía en un jergón. Y, casi cada noche, tan pronto me dormía, el pobre hermano se levantaba, la boca podrida, los ojos arrancados - ¡como se soñaba! - y me tiraba en la sala aullando su sueño de pesaroso idiota.

en efecto, con toda sinceridad de espíritu, me había comprometido a devolverlo a su estado primitivo de hijo del sol, - y así vagábamos, alimentados del vino de las cavernas y la galleta del camino, urgido yo por encontrar el sitio y la fórmula.



*

Flores

Desde l gradería de oro, - entre los cordones de seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos de cristal que tal oscurecen como el bronce al sol, veo a la digital abrirse la sobre un tapiz de filigranas de plata, de ojos y cabelleras.

piezas de oro amarillo sembradas sobre el ágata, pilares de caoba soportando un domo de esmeraldas, ramilletes de blanco satén y de finas varas de rubí rodean la rosa de agua.

como a un dios de enormes ojos azules y formas de nieve, el mar y el cielo atraen a las terrazas de mármol la muchedumbre de jóvenes y fuertes rosas.



*



He tendido cuerdas de campanario a campanario; guirnaldas de ventana a ventana; cadenas de oro de estrella a estrella, y bailo.




Iluminaciones -Colección Visor de Poesía

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