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15 de mayo de 2017

El Hombre que Corría tras el Viento Ismael Serrano recita Escribiendo el currículum - Wislawa Szymborska

















(Traducción de Ana María Moix y
 Jerzy Wojciech Stawomirski. Poesía (Editorial Lumen) 



En este libro encontraréis una versión  algo distinta a la que recita 
el cantautor madrileño




Fragmento de la película "El Hombre que Corría tras el Viento", en la que el cantautor Ismael Serrano pone voz y su ritmo particular al poema de la poeta y escritora polaca Wislawa Szymborska.







15 de octubre de 2013

Szymborska vs. Szymborska


La Cebolla

 La cebolla es diferente.
De visceras, es carencia.                               .
a la cebollil potencia.
Cebolluda hasta el meollo,
acebollada por fuera,
puede calar sus adentros
con mirada certera.
Nosotros, salvajez y barbarie
envueltas en fina piel,
el infierno de lo interno,
y anatomía ardiente.
Pero en la cebolla hay sólo cebolla,
ni intestinos hay ni hiél.
Múltiples veces desnuda,
nunca jamás diferente.
Es un ente coherente, 
es una obra maestra. 
Una y luego otra dentro, 
grande a pequeña abarca,
y pequeña es la grande de otra,
que será tercera o cuarta.
Una fuga hacia el centro. 
Eco de batuta diestra.
La cebolla tiene esencia. 
Su vientre es una beldad, 
que sólo nimbos reviste, 
y es su mayor cualidad. 
Nosotros: grasa, nervios, venas, 
más mucosa y secreción. 
Y nos ha sido vedada 
su muy idiota perfección.



Paisaje con grano de arena
Traducción de Ana Moix
y Jerzy Wojciech Slawommirski
Ed. Lumen





La cebolla.

La cebolla es otra historia.
No tiene entrañas la cebolla.
Es cebolla cebolla de verdad,
hasta el colmo de la cebollosidad.
Por fuera cebolluda,
cebollina hasta la médula,
podría escrutar su interior
la cebolla sin temor....

En nosotros extranjería y salvajismo
apenas cubiertos por la piel,
el infierno de la medicina interna,
anatomía violenta,
y en la cebolla, cebolla
y no sinuosos intestinos.
Reiteradamente desnuda
y hasta el fondo asíporelestilo.

Ser no contradictorio la cebolla,
logrado ente la cebolla.
En una, simplemente otra,
la mayor una menor contiene
y la siguiente a la siguiente,
y así la tercera y la cuarta.
Fuga centrípeta.
Eco concertado en coro.

Lo de la cebolla, eso sí lo entiendo,
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasas, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Y se nos ha denegado
la idiotez de lo perfecto.

(1976).



Wisława Szymborska, "El gran número Fin y principio
y otros poemas - Ediciones Hiperión



7 de noviembre de 2012

FOTOGRAFÍA DEL 11 DE SEPTIEMBRE - Wislawa Szymborska




FOTOGRAFÍA DEL 11 DE SEPTIEMBRE


—Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas:
uno, dos, todavía unos cuantos
más arriba, más abajo.
—La fotografía los mantuvo con vida,
y ahora los conserva
sobre la tierra, hacia la tierra.
—Todos siguen siendo un todo
con un rostro individual
y con la sangre escondida.
—Hay suficiente tiempo
para que revolotee el cabello
y de los bolsillos caigan
llaves, algunas monedas.
—Siguen ahí al alcance del aire,
en el marco de espacios
que justo se acaban de abrir.
—Solo dos cosas puedo hacer por ellos:
describir ese vuelo
y no decir la última palabra.



Prólogo de Mercedes Monterey
 Traducción Epílogo  de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano
Ediciones Igitur


Y la voz de la Autora recita el poema



13 de abril de 2012

Agradecimiento - Poema de Wislawa Szymborska

AGRADECIMIENTO

 Mucho debo
a quienes no amo.

El alivio de enterarme
que intiman con otros.

La alegría de no ser
el lobo de sus ovejas.

 En paz estoy con ello
y en libertad,
dos cosas que el amor no puede dar
ni sabe tomar.

No los espero
 yendo y viniendo de la puerta a la ventana
con la paciencia
de un reloj de sol,
comprendo
lo que el amor no comprende,
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.

Entre una carta y una cita
no trascurre una eternidad,
sino sólo días o semanas.
Los viajes son  siempre perfectos a su lado,
los conciertos se escuchan,
las catedrales se visitan
los paisajes se contemplan.

Y cuando siete montes y ríos
nos separan,
son montes y ríos
señalados en el mapa.

Suyo es el mérito
de poder yo vivir en tres dimensiones,
en un espacio no lírico  y no retórico,
frente a un horizonte movedizo y, por tanto, real.

Ignoran
cuánto me entregan sus manos vacías.

"Nada les debo",
diría el amor
acerca de tan discutible cuestión.







Paisaje con grano de arena
Traducción de Ana María Moix
y Jazy wojciech Stawomirski
Ed. Lumen

2 de febrero de 2012

Poema - Wisława Szymborska






Notas de una expedición no realizada al Himalaya



Así, pues, esto es el Himalaya.
Montañas corriendo hacia la luna.
El instante del despegue detenido
en un cielo rasgado.
Un desierto de nubes lleno de agujeros.
Un golpe en la nada.
El eco: un mudo blanco.
Silencio.

Yeti, abajo es miércoles,
hay abecedario y pan,
dos y dos son cuatro,
 y la nieve se funde.
Hay una manzana roja
partida en cuatro.

Yeti, entre nosotros
no sólo existe el crimen.
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.

Heredamos la esperanza,
regalo del olvido.
Verás cómo entre ruinas
damos a luz niños.

Yeti, tenemos a Shakespeare.
Yeti, tocamos el violín.
Yeti, al anochecer
prendemos la luz.

Aquí, ni luna ni tierra,
y se congelan las lágrimas.
¡Oh, Yeti, casi hombre de la luna,
piénsalo y vuelve!

Así dije, a gritos, al Yeti
entre las cuatro paredes de avalanchas,
y para entrar en calor pateaba
en la nieve,
en la eterna.

Extraído del libro Llamando al Yeti (1957)
Paisaje, p. 10 -Antologia Paisaje con grano
de arena - Lumen










Se ha ido la abuela polaca de la poesia universal en busca del Yeti
   2 de julio de 1923 Prowent - Cracovia 1 de de febrero 2012


8 de enero de 2012

LA CORTESÍA DE LOS CIEGOS - WISLAWA SZYMBORSKA








Un poeta lee poemas a unos ciegos.
No se imaginaba que fuera tan difícil.
Le tiembla la voz.
Le tiemblan las manos.


Siente que cada frase
debe superar la prueba de la oscuridad.
Tendrá que arreglárselas sola,
sin luces ni colores.


peligrosa aventura
para las estrellas de sus poemas,
para la aurora, el arco iris, las nubes, los neones, la luna,
para los peces hasta ahora tan plateados bajo el agua
y los azores tan callados, altos en el cielo.


Lee -porque es ya demasiado tarde para no leer-
sobre el niño de la cazadora amarilla en el verde prado,
sobre los rojos tejados que se pueden contar en los valles,
sobre los vivaces números en las camisetas de los jugadores
y sobre una mujer desnuda tras una puerta entreabierta.


Quisiera omitir -aunque eso no es posible-
a todos aquellos santos en la bóveda de la catedral,
aquel gesto de despedida desde la ventana del vagón,
la lente del microscopio y el destello en el anillo,
y las pantallas y los espejos y el álbum con rostros.


Pero grande es la cortesía de los ciegos,
grandes su comprensión y su magnanimidad.
Escuchan, sonríen, aplauden.


Alguno de ellos incluso se acerca
con un libro abierto al revés
pidiendo un autógrafo invisible para él.



WISLAWA SZYMBORSKA. DOS PUNTOS. EDICIONES IGITUR



Este poema también cuelga del blog de Jorge Espina http://apologadelaluz-jorgeespina.blogspot.com/

29 de noviembre de 2011

Wislawa-Szymborska - Discurso en la entrega del Premio Nobel de Literatura en 1996

Se dice que en un discurso lo más difícil es siempre la primera frase... Pues ya la dije... Pero presiento que las que siguen van a ser igualmente difíciles, la tercera, la sexta, la décima, hasta la última, ya que debo hablar sobre poesía. Muy raras veces me he expresado acerca de este tema, casi nunca, y siempre con la convicción de que no lo hago muy bien. Por eso mi discurso no va a ser demasiado largo. Toda imperfección resulta más fácil de aguantar si se sirve en pequeñas dosis.
El poeta contemporáneo es escéptico y desconfía incluso -o más bien principalmente- de sí mismo. Con desgano confiesa públicamente que es poeta -como si se tratara de algo vergonzoso. En estos tiempos bulliciosos es más fácil que admitamos los vicios propios, con tal de causar efectos fuertes; mucho más difícil es reconocer las virtudes, ya que están escondidas más profundamente, y hasta uno mismo no cree tanto en ellas. En las encuestas o en los encuentros con amigos ocasionales, cuando el poeta se ve forzado a definir su profesión, acude al término genérico ``escritor'' o al de alguna otra profesión que adicionalmente ejerza. El empleado público o los eventuales compañeros de viaje reciben con cierta perplejidad e inquietud la noticia de que están tratando con un poeta. Sospecho que los filósofos también producen semejante inquietud. No obstante, ellos se encuentran en mejor situación, ya que generalmente pueden adornar su profesión con algún grado académico. Profesor de Filosofía -ya suena mucho más serio. 
No existen profesores de poesía, lo que haría suponer que esta actividad requiere de estudios especializados, exámenes presentados en fechas precisas, disertaciones teóricas rematadas con bibliografía y notas y, finalmente, los diplomas recibidos con solemnidad. Todo esto, a su vez, significaría que para graduarse de poeta no bastarían las hojas de papel, aun cuando estuvieran llenas de excelentes versos, sino que se necesitaría, sobre todo, un papel con sello y firma. Recordemos que justamente ésta fue la razón por la que condenaron al destierro a Josef Brodsky, orgullo de la poesía rusa, quien más tarde fue galardonado con el Premio Nobel. A Brodsky se le clasificó como ``parásito'', por no contar con un certificado oficial que le permitiera ser poeta... Hace un par de años tuve el honor y la alegría de conocerlo en persona. Me di cuenta de que solamente a él, entre todos los poetas que he conocido, le gustaba llamarse a sí mismo ``poeta''; pronunciaba esta palabra sin conflictos internos y hasta con cierta desafiante desenvoltura. Pienso que se debía al recuerdo de las violentas humillaciones que sufrió en su juventud.

En países más dichosos, donde la dignidad humana no es transgredida tan fácilmente, los poetas, obviamente, quieren ser publicados, leídos y entendidos, pero ya no hacen nada o casi nada en su vida cotidiana para destacar entre la gente. Sin embargo, hace poco, en las primeras décadas de nuestro siglo, a los poetas les gustaba escandalizar con su ropa extravagante y con un comportamiento excéntrico. Aquellos no eran más que espectáculos para el público, ya que siempre tenía que llegar el momento en que el poeta cerraba la puerta, se quitaba toda esa parafernalia: capas y oropeles, y se detenía en el silencio, en espera de sí mismo frente a una hoja de papel en blanco, que en el fondo es lo único que importa. 
Hay algo que resulta muy característico. Continuamente se filman películas biográficas sobre grandes científicos y artistas. La tarea de los directores más ambiciosos es mostrar en forma verosímil el proceso creativo que condujo a importantes descubrimientos científicos o a la creación de grandes obras de arte. Se puede, con aceptables resultados, mostrar el trabajo de algunos científicos: laboratorios, instrumentos diversos y aparatos puestos en marcha logran por unos momentos mantener la atención de los espectadores. Además, resultan muy dramáticas las escenas de suspenso, cuando un experimento repetido miles de veces logró dar finalmente, merced a una mínima modificación, con el resultado tan esperado. Espectaculares pueden ser las películas sobre pintores, ya que es posible reconstruir todas las fases de creación de un cuadro -desde la primera raya hasta la última pincelada. Las películas sobre los compositores se llenan con su música: desde los primeros compases, que el creador escucha en su interior, hasta la obra madura ya terminada y repartida entre varios instrumentos. Todo sigue siendo muy ingenuo y no dice nada sobre el extraño estado de ánimo que se conoce comúnmente como inspiración, pero por lo menos hay algo para ver y oír.

El peor de los casos es el de los poetas. Su trabajo resulta irremediablemente poco fotogénico. Uno permanece sentado a la mesa o acostado en un sofá, con la vista inmóvil, fija en un punto de la pared o en el techo; de vez en cuando escribe siete versos, de los cuales, después que transcurre un cuarto de hora, va a quitar uno y de nuevo pasa una hora en la que no ocurrirá nada_ ¿Qué clase de espectador podría soportar una cosa semejante? 
He mencionado la inspiración. A la pregunta de qué cosa es, suponiendo que algo sea, los poetas contemporáneos responden de modo evasivo. Y no porque nunca hayan sentido los beneficios de este impulso interior, más bien se debe a otra causa: no es fácil explicar a los demás algo que ni siquiera se comprende bien.

Yo misma he evadido el asunto cuando me lo han preguntado. Y contesto lo siguiente: la inspiración no es privilegio exclusivo de los poetas ni de los artistas en general. Hay, hubo, habrá siempre un número de personas en quienes de vez en cuando se despierta la inspiración. A este grupo pertenecen los que escogen su trabajo y lo cumplen con amor e imaginación. Hay médicos así, hay maestros, hay también jardineros y centenares de oficios más. Su trabajo puede ser una aventura sin fin, a condición de que sepan encontrar en él nuevos desafíos cada vez. Sin importar los esfuerzos y fracasos, su inquietud no desfallece. De cada problema resuelto surge un enjambre de nuevas preguntas. La inspiración, cualquier cosa que sea, nace de un perpetuo ``no lo sé''.

La gente así es bastante escasa. La mayoría de los habitantes de esta tierra trabaja porque necesita conseguir los medios de subsistencia, trabaja porque no le queda de otra. No fueron ellos quienes por pasión escogieron su trabajo, son las circunstancias de la vida las que escogen por ellos. El trabajo mal querido, el trabajo que aburre, es respetado únicamente porque no resulta accesible para todos, y está situación constituye una de las más penosas desgracias humanas. No se vislumbra que los siglos venideros traigan un cambio feliz al respecto. 
Así pues, tengo derecho a decir que aunque le estoy escamoteando a los poetas el monopolio de la inspiración, de cualquier manera los coloco en un grupo reducido de elegidos por la suerte.

En este punto pueden surgir ciertas dudas en los oyentes, si consideran que a los diversos verdugos, dictadores, fanáticos, demagogos que luchan por el poder con ayuda de un par de consignas gritadas en tono muy alto, también les gusta su trabajo y también lo llevan a cabo celosamente. Cierto, pero ellos sí ``saben''. Saben, y lo que saben una sola vez les basta para siempre. Ya no tienen curiosidad por saber más, puesto que podría debilitarse su fuerza de argumentación. De modo que cualquier tipo de saber del que no surgen preguntas muy pronto fenece, pierde la temperatura propicia para la vida. En casos extremos, como es bien conocido en la historia antigua y contemporánea, puede resultar mortalmente amenazador para las sociedades.

Por lo anterior, estimo altamente estas dos pequeñas palabras: ``no sé''. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho ``no sé'', las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho ``no sé'', probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose ``no sé'' y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante. 
También el poeta, si es un verdadero poeta, tiene que repetirse perpetuamente no sé. Con cada verso intenta responder, pero en el momento en que pone el punto final, le asaltan las dudas y empieza a advertir que su respuesta es temporal y en ningún caso satisfactoria. Entonces prueba otra vez y otra vez, para que a las sucesivas muestras de su insatisfacción consigo mismo los historiadores de la literatura las sujeten con un clip enorme para denominarlas La Obra.

A veces fantaseo con situaciones inverosímiles. Me imagino, por ejemplo, en mi osadía, que tengo la oportunidad platicar con Eclesiastés, autor de un lamento estremecedor sobre la vanidad de todas las empresas humanas. Me habría inclinado muy hondamente ante él, ya que es -por lo menos para mí- uno de los poetas más importantes. Pero luego lo habría cogido de la mano: ``Nada hay nuevo bajo el sol'', has escrito, Eclesiastés. Sin embargo, Tú mismo has nacido nuevo bajo el sol. Y el poema que has creado también es nuevo bajo el sol, ya que antes de Ti nadie lo había escrito. Y nuevos bajo el sol son tus lectores, puesto que los que vivieron antes que Tú no te podían leer. Y el ciprés, en cuya sombra te sentaste, no crece aquí desde el principio del mundo. Le dio origen otro ciprés, semejante al tuyo, pero no en todo igual. Y además te quisiera preguntar, Eclesiastés, ¿qué desearías escribir, ahora, de nuevo bajo el sol? ¿Algo con qué completar tus ideas, o tal vez tienes la tentación de negar algunas de ellas? En tu poema anterior concebiste también la alegría, y ¿qué hay del hecho de que resulte ser tan pasajera? ¿Tal vez sobre ella va a tratar tu nuevo poema bajo el sol? ¿Tienes ya algunos apuntes o primeros esbozos? Pues no dirás ``ya he escrito todo, no tengo nada que añadir''. Esto no lo puede decir ningún poeta, y mucho menos uno tan grande como Tú.
El mundo, a pesar de cualquier cosa que podamos pensar sobre él, espantados por su inmensidad y nuestra impotencia ante él, amargados por su indiferencia frente a los sufrimientos particulares de la gente, de los animales y tal vez de las plantas -ya que ¿de dónde proviene la certeza de que las plantas están libres de sufrimientos?-; a pesar de cualquier cosa que pensemos sobre sus espacios atravesados por la radiación de las estrellas, alrededor de las cuales se empieza a descubrir algunos planetas -¿ya muertos?, ¿todavía muertos?, no se sabe-; a pesar de cualquier cosa que pensáramos sobre este teatro inmenso, para el cual tenemos un billete de entrada pero su vigencia es ridículamente corta, limitada por dos fechas decisivas; a pesar de no sé qué cosa más que pudiéramos pensar sobre este mundo: es asombroso.

Pero en la expresión asombroso se esconde una trampa lógica. Nos causa asombro lo que sobresale de la norma conocida y comúnmente aceptada, de una obviedad a la cual estamos acostumbrados. Pues bien, un mundo así, obvio, no existe. Nuestro asombro es autónomo y no procede de ninguna comparación de ningún tipo.

De acuerdo, en el habla cotidiana, la cual no recapacita sobre cada palabra, usamos expresiones como la vida común, los acontecimientos comunes... Sin embargo, en la lengua de la poesía, donde se pesa cada palabra, ya nada es común. Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda. Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo. 
Todo indica que los poetas tendrán siempre mucho trabajo.


23 de octubre de 2011

Wislawa Szymborska - Nada es Regalo

Nada es regalo, todo es préstamo
Estoy de deudas hasta el cuello.
Con mí misma deberé pagar
por mí misma,
dar la vida por mi vida.

Es lo establecido:
el corazón se devuelve,
el hígado se devuelve,
y los dedos, uno a uno.

Demasiado tarde para rescindir el contrato.
Ejecutarán mis deudas
y mi cuerpo.

Camino por el mundo
entre una multitud de deudores.
Unos están obligados
a pagar por sus alas.
Otros, quieran o no,
saldarán sus hojas.

En la página "Debe"
figuran nuestros tejidos.

Ni una pestaña, ni un tallo
se conservan para siempre.

El registro es exacto
y todo parece indicar
que nos quedaremos sin nada.

No consigo recordar dónde,
cómo ni por qué
me dejé abrir
esta cuenta.

La protesta
se llama alma
Y es lo único
que no consta en el registro.


"Paisaje con grano de arena" - Editorial Lumen
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