Fragmentos de Groucho Marx

Hasta entonces, en el escenario yo había llevado siempre un frondoso mostacho pegado con goma. Era fácil de colocar pero para quitarlo, sudaba tinta. Tal vez sólo fuese mi imaginación, pero me parecía que con el tiempo mi labio superior se volvía progresivamente más delgado de tanto aplicar y quitar el falso mostacho. Empecé a temer que, si aquél proceso continuaba mucho más, acabaría por convertirme en el único hombre del mundo del espectáculo sin nada debajo de la nariz, exceptuando la barbilla. Llevaba bastante tiempo buscando una solución para éste problema cuando el destino vino en mi socorro.
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Sin tiempo ni deseo de pegarme de nuevo el hirsuto adorno, cogí apresuradamente un poco de pintura negra, la extendí por mi labio superior y corrí al escenario a hacer reír. Con gran sorpresa mía, el público no notó la diferencia o si la notó, no pareció importarle.
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En todo caso dije: "Adiós goma y adiós pelos".

No quiero ser irreverente, pero creo que estarás de acuerdo en que quienquiera que creó el sexo, ciertamente sabía lo que hacía. Aunque todo el mundo está loco por él, la palabra en sí pese a su brevedad, parece asustar a muchísima gente. Los autores de canciones en especial, siempre suprimen esta adorable palabrita y la sustituyen por "amor". Ningún cantante (ni siquiera un tenor) se atrevería a cantar el sexo es algo maravilloso. con éste título la canción obtendría un éxito multitudinario pero el cantante sería puesto en la lista negra por algún comité de moralidad ¿La acusación? Incitar a la gente que haga una cosa perfectamente natural.




Groucho y yo
Editorial Tusquets