26 de mayo de 2012

Relato de Milana Frente al Océano















Frente al Océano





Mis pies desnudos deambulan por la playa mientras mi mirada se pierde en la magia del nuevo amanecer. A lo lejos, una extraña figura llama mi atención. Me aproximo lo suficiente para comprobar que se trata de un anciano, está arrodillado, frente al inmenso océano, repitiendo el mismo gesto una y otra vez; sus manos forman un improvisado cuenco en el que va recogiendo el agua salada, la observa, se entristece y vuelve a empezar. No logro comprender qué es lo que está buscando pero el dolor en su rostro es tan fuerte que impregna mi alma. Me acerco un poco más. Rozo su hombro. Él, me mira de reojo y continúa con lo que estaba haciendo. Yo, preocupada e intrigada, le pregunto;


- ¿Ha perdido algo, señor? ¿Necesita ayuda?

A lo que él responde;

- Llevo más de media vida tratando de encontrarla pero no está,
  se ha ido.

Tras lo cual, reanuda su búsqueda. Llegados a ese punto, no sé qué
hacer. Me gustaría ayudarle pero, sobre todo, comprender cuál es el motivo
que le ha dejado en este estado. Llevada por la curiosidad,
intento fijar la mirada en el líquido que lentamente se escurre de sus manos.

¡Vive!

Su explosivo grito me sobresalta. Doy un paso atrás.

- No… no te asustes muchacha. Ven, acércate, por favor,
 colócate donde estabas hace un instante… Por favor…

Me arrimo a él con el corazón acongojado mientras observo cómo
recoge una nueva porción de agua.

 -¿Encontró lo que buscaba? ¿Qué es lo que está vivo?

Le pregunto impaciente en el mismo minuto en que trata de incorporarse. Le tiendo mi mano y tiro de él con cautela. Tiene una extraña expresión en la cara, incluso su mirada se ve distinta. Una vez en pie, se coloca frente a mí y, asiendo mi faz con ambas manos proclama;

- Sí, niña. La encontré. Al fin hallé la magia que nace de la fe en
la vida. Aquella capaz no sólo de alimentar grandes sueños sino
de luchar por ellos. La que late con fuerza propia.



 No entiendo nada. Azorada, le pregunto;

   - ¿Cómo puede hallarse eso en el agua de mar?

Entonces, fijando su mirada en la mía, añade;

- No, bonita, no. El agua tan solo fue el puente que me trajo el candor que emana de tu mirada.





Relato cedido por la autora y publicado en este blog bajo su consentimiento


Sus manos hablan de dulzura y vida Grácias Milana 

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