Qué paladar tienes,
muñeca
El cachet de la trufa blanca alcanzó
nuevas cotas el pasado domingo, en Londres, con un ejemplar de un
kilo doscientos gramos que se vendió en subasta por 110.000 dólares.
La adquirió un comprador de Hong Kong no identificado.
The New York Times, 15 de noviembre de
2005.
Como detective privado, estoy dispuesto
a recibir un balazo por mis clientes, pero eso tiene un precio:
quinientos de los grandes la hora más gastos, que suelen equivaler a
todo el Johnnie Walker que pueda echarme entre pecho y espalda. Aun
así, cuando una monada como April Sensualle se presenta en mi
despacho armada de sus feromonas y solicita mis servicios, el trabajo
puede convertirse en pro bono por
arte de magia.
- Necesito su ayuda -ronroneó, y mientras cruzaba las piernas en el sofá, sus medias negras de seda dejaron claro que aquello era una guerra sin cuartel.
- Soy todo oídos – dije, convencido de que la ironía sexual implícita en la inflexión de mi voz no pasaría inadvertida.
- Necesito que vaya usted a Sotheby's y puje por algo en mi nombre. Como es lógico, yo corro con los gastos. Pero es importante para mí permanecer en el anonimato.
Por
primera vez vi más allá de su pelo rubio, de sus labios como
almohadas y de los dirigibles idénticos que tensaban la blusa de
seda hasta el límite de su resistencia: la chica estaba asustada.
- ¿Por qué objeto tengo que pujar? -pregunté-. ¿Y por qué no puede hacerlo por usted misma?
- Quiero que puje por una trufa -contestó a la vez que encendía un cigarrillo-. Puede llegar hasta diez millones de dólares. Bueno, quizá doce si la cosa se pone reñida.
- Ajá -asentí, mirándola con la misma expresión que suele traslucirse en mis ojos antes de marcar el número del manicomio-. No está mal para un antojo.
- No sea vulgar -replicó, claramente ofendida-. Le pagaré el doble de sus honorarios habituales. Pero no salga de Sotheby's sin ella.
- ¿Y si le dijera que, por la compra de un hongo, cualquier cantidad superior a los cinco millones de dólares resulta un tanto sospechosa? -pregunté con ánimo de provocarla.
- Es posible..., pero la trufa Bundini se vendió por veinte millones, el precio más alto registrado por un tubérculo en una subasta; aunque, claro, había sido propiedad del Aga Khan y era de un blanco impoluto.
…
Pura
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