No eras huella
ni aliento siquiera
pero el peso
de un alfabeto
pujaba tu existencia
genética del bosque
entre la raíz y la semilla
la eternidad tejía tu memoria
*
¿Qué flor era tu carne?
me abriste al milagro
fortuito rumor
de lo incontenible
placenta viva traías
que nos alimentó
y fue nuestro nido
allí nos refugiamos:
los dos éramos
recién nacidos
*
Abrígate bien
que la ciudad hiela
y hay gente hosca
que se alimenta de vísceras
abrígate cariño
que el viento trae
el helor de las máquinas
y el brillo gélido de los neones
abrígate de los amos y del hambre
de las fábricas y los comerciantes
de los mesías
de las guerras y el dólar, mi cielo
que lo injusto es una brújula
que señala siempre al frío
abrígate mi amor
y mantén
el corazón tibio
no vayas a resfriarte
El abrazo - Ediciones del 4 de agosto
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