23 de marzo de 2016

Tres voces de mujer - El último en morir que apague la luz

 El último en morir que apague la luz
Ateneo obrero obrero de Gijón
Colección Ziguarat
Selección de David González








Katerina Gogu



A VECES SE ABRE

A veces se abre muy despacio la puerta y
entras. Llevas un traje blanco blanquísimo
y zapatos de lino. Te inclinas
y pones con cariño 72 dracmas en mi
palma y te vas. Me he quedado en el
sitio donde me dejaste para que me
vuelvas a encontrar. Pero debe haber
pasado mucho tiempo porque mis uñas han
crecido y los amigos me tienen
miedo. Cada día cocino patatas, he
perdido mi imaginación y cuando oigo
"Katerina" me asusto. Creo que debo
chivarme a alguien.
He guardado algunos recortes de periódicos
de alguien que decían que eres
tú. Sé que mienten los periódicos, porque
escribieron que te dispararon a los
pies.
Sé que nunca apuntan a los pies.
En la mente está la meta.
Que te cuides la cabeza, ¿vale?














(Del libro 16 señales desde el frio)
 ediciones Ropynol, Córdoba








Isla Correyero

(Todos nosotros)

Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la libertad.

Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.
Viajeros.
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el cine y en la noche.

Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que imaginamos que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos.

Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de todo.
Los arrasados por el dinero y por las guerras.

Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.

Los que contemplamos la luna desde el cielo.











(Del libro Crímenes - ediciones Libertarias)







Ingeborg Bachmann


Todos los días


La guerra
no es declarada,
sino continuada; lo inaudito
se ha hecho cotidiano. El héroe
se mantiene lejos del combate.
 El débil
ha avanzado la línea de fuego.
 Uniforme del día: la paciencia,
se condecora con la pobre estrella
de la esperanza, sobre el corazón.

Se la otorga
cuando ya no pasa nada,
cuando enmudecen los tambores,
cuando el enemigo se ha hecho invisible,
y la sombra de las perpetuas corazas
cubre los cielos.

Se la  otorga
por la dirección
por el valor ante el amigo,
por la traición de secretos indignos
por el desacato
de toda orden.



(ANTOLOGIA LÍRICA ALEMANA ACTUAL)
 Los libros de la frontera 1996


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