3
— ¿Por qué le reñiste al camarero de esa manera?
— ¡Cómo que por qué! Le dije dos veces que el café lo quería
bien caliente.
— Pero, macho, al final lo bebes casi frío, hablas y hablas y
tengo que decirte que te calles y te bebas el café.
— Sí, pero no es lo mismo que yo lo deje enfriar, esa es mi
decisión, a que un gilipollas decida por mi y me traiga el café
ya frio.
— ¡Cómo que por qué! Le dije dos veces que el café lo quería
bien caliente.
— Pero, macho, al final lo bebes casi frío, hablas y hablas y
tengo que decirte que te calles y te bebas el café.
— Sí, pero no es lo mismo que yo lo deje enfriar, esa es mi
decisión, a que un gilipollas decida por mi y me traiga el café
ya frio.
***
22
— Bésame con los labios... Bésame con los labios que me estas
llenando de saliva...
¿Pero con qué me estas besando? ¿Qué es esto, sudor o saliva?
Bésame con los labios que luego la saliva huele.
llenando de saliva...
¿Pero con qué me estas besando? ¿Qué es esto, sudor o saliva?
Bésame con los labios que luego la saliva huele.
***
37
— No sé, si me guío por los diez mandamientos puedo pasar,
quizá tenga una oportunidad; pero si me guío por la Biblia no
puede pasar, porque soy un pecador, pecador. El que más...
quizá tenga una oportunidad; pero si me guío por la Biblia no
puede pasar, porque soy un pecador, pecador. El que más...
***
39
— El lunes Sara no cogió el móvil, sólo dijo que no quería
hablar, el martes me dijo que no era un buen momento, el
miércoles nada, no quise molestarla, el jueves y el viernes ya no
dijo nada y así toda la semana
— ¿Y para que la sigues buscando si no quiere hablar contigo?
— Ya, es sólo para que vea que yo iba en serio cuando le dije
que quería estar con ella.
hablar, el martes me dijo que no era un buen momento, el
miércoles nada, no quise molestarla, el jueves y el viernes ya no
dijo nada y así toda la semana
— ¿Y para que la sigues buscando si no quiere hablar contigo?
— Ya, es sólo para que vea que yo iba en serio cuando le dije
que quería estar con ella.
***
52
— ¿Mataste al bicho?
— Sí, era uno largo, rojo y muy raro.
— ¿Era una mariquita?
— No, a esas no las mato, las guardo y las llevo a casa. Las
pongo en el balcón entre las hojas de mis plantas, y así cuando
salgo las veo; me encanta estar rodeada de mariquitas.
— Sí, era uno largo, rojo y muy raro.
— ¿Era una mariquita?
— No, a esas no las mato, las guardo y las llevo a casa. Las
pongo en el balcón entre las hojas de mis plantas, y así cuando
salgo las veo; me encanta estar rodeada de mariquitas.
Filosofía de autobús
Ed. Libros Escafandra
No hay comentarios:
Publicar un comentario