BUSCA
Volví a la ciudad
donde fui niño
y adolescente y un viejo de treinta años.
La ciudad me recibió con indiferencia,
los megáfonos de sus calles murmuraban:
¿no ves que el fuego todavía arde?,
¿no oyes el estrépito de las llamas?
Vete.
Busca en otro lugar.
Busca.
Busca la verdadera patria.
***
MIRLO
Se sentó un mirlo en la antena de TV,
cantaba una dulce canción de jazz.
¿A quién dices adiós? ¿Qué lloras? Pregunté.
A los que ya no están, contestó el mirlo,
me despido del día (de sus ojos y párpados),
lloro a una chica que ha vivido en Tracia,
no la pudiste conocer.
Me apena el mimbre que mata la escarcha,
lloro porque todo perece y cambia
y regresa, pero nunca es igual.
En mi pequeña garganta apenas cabe
tristeza y desconsuelo, alegría y orgullo,
por esta radical metamorfosis.
Veo avanzar la comitiva fúnebre,
allí, igual cada día, al filo del horizonte.
Van todos, los observo y me despido.
Veo sables, sombreros, pañuelos, pies descalzos,
cañones, sangre y tinta. Avanzan lentos,
desaparecen en la niebla de la orilla, por la derecha.
De ellos, de ti y de la luz me despido,
y saludo a la noche, porque a la noche sirvo,
a las negras sedas, a las negras fuerzas.
***
ÚLTIMA TORMENTA
Alguien se va.
Alguien ha bebido silencio.
Sólo en agosto gritan las tormentas
como dementes en una ambulancia.
Las ramas nos golpean las mejillas.
Huelen hojas de alisios a aceite de heno, a sueño.
Cabe escuchar, escuchar, escuchar.
Bajo el agua respiran manantiales cansados.
A las cuatro de la mañana
un solitario y último relámpago
con rapidez dibuja algo en el cielo.
Dice "NO". O "nunca".
O tal vez "valor, no se apagó el fuego"
Tierra del fuego
Ed. Acantilado
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